Ayuntamiento de Toledopor Manu López Marañón De exigentes, como poco, cabría calificar a los miembros del jurado que conceden los premios del Concurso de Narrativa Femenina «Princesa Galiana»: que el accésit —reservado para la obra de una mujer novel— quede desierto suele ser, para ellos, lo habitual. El «Princesa Galiana» busca premiar novelas que incorporen una visión de la sociedad no discriminatoria por razón de género. En efecto, el parecido físico de Carmen con María Teresa López, símbolo de la belleza cordobesa ambas son delgadas y estilizadas, de ojos almendrados y, por si fuera poco, comparten un mismo cabello de bruñido color picón —el picón era el fino carbón usado para los braseros—resulta evidente. A María Teresa López, a la vuelta de la Argentina donde sus padres han estado trabajando, la descubrimos, ya con 13 años, yendo a posar al estudio del pintor Julio Romero de Torres. Su familia, para subsistir, necesita del dinero que cobra la adolescente.
Por lo general este tipo de perros suelen temblar, gruñir o poner el rabo entre las piernas cuando no se sienten seguros. Esto es corriente ya que el animalito no te conoce y no sabe tus intenciones. Deja que primero te huela y respeta su espacio antes de acercarte. También darle un poco de alimentación al momento de acercarte para que sepa que quieres ser su ñaño.
Empero, al contrario que en otros pintores, para los que la expresión ha sido el camino hacia la libertad de automatismos síquicos, en este albur el proceso se ha producido a la inversa. Andando ese camino, la pintura de Salvador Victoria ha reconquistado el espacio, un espacio inamistoso y agredido. En cualquier caso, fue añada de comienzos en la vida y en la obra de Salvador. De la mano de José A. En julio, el proyecto pareció venirse abajo con el abandono de dos comuneros.
Y la optimista es que hay una necesidad latente de hablar de adiestramiento, que es precisamente de donde surge el proyecto, de esas cosas que uno discute y critica cuando es adolescente. Lo que sigue, ilustrado por dibujos animados, es la alegoría de caverna de Platón, aunque sólo reconocible para quienes lo hayan aprendido en la escuela, pues no se menciona a su autor. Fue mi faceta de decir: yo vengo de la escuela normal, no de una aparte. La crítica furibunda que ocupa la primera media hora no dista abundante de la que ya le hacía Pink Floyd a la escuela en los años setenta, y que en gran medida parece seguir tan actual como el mismo Roger Waters. Alumnos que llegan, profesores que dan clase, alumnos que se van, profesores que se van.
El mismo. Que yo le tengo a él. Michi: amiga. Deja a ese adulterino a mi me hace eso y le ensarto el tenedor en la cabeza a el por desobediente y a la otra por prostituta.