La otra vez visite tu empresa, cada vez que te visito me gusta que me recuerdes y me saludes con amabilidad y cortesía. En otras palabras, quiero que me hagas sentir a gusto e importante. Quiero decirte que a veces espero con paciencia, aunque sé que no es realmente necesario. Pero me haces esperar. Te pido de favor que no dispongas de mi tiempo. No me gusta que interrumpas mi asunto cuando me atiendes para dar preferencia a otros; apelo a tu buen criterio y que sepas dar prioridades a tu trabajo, si me pones a mí en primer lugar — mejor. No me hagas volver a repetirte infinidad de veces lo mismo. Cuando lo haces, me parece que nunca te he interesado y que no tengo esperanza de que resuelvas mis necesidades. He querido conocer tu empresa, comprar aquí y me gustaría que me trataras como alguien importante para ti y para tu empresa.
Para disfrutar el compañerismo con Dios, tienes que tener una conciencia limpia. El apóstol Pablo dijo: Y por esto procuro tener siempre una conciencia sin ofensa ante Dios y ante los hombres Hechos Este versículo muestra que una conciencia limpia tiene dos aspectos: 1. El aspecto hacia Jesucristo. Debemos estar bien con Dios. Debemos saber en nuestro corazón que no hay nada entre nosotros y Él. El aspecto hacia los hombres. Debemos estar bien con nuestro prójimo. En la lección pasada aprendimos que debemos estar bien con Dios si queremos que el Espíritu Santo haga a Cristo real en nuestra vida.
Sí. Lo sé, muchas veces gorronear escabrosidad. Y, si. No pides, no te pueden rechazar. Por todo. Esto, y porque no puede acaecer una relación sana si en ella no hay una acceso fluida, es tan importante que te atrevas a gorronear lo que quieres y a largar lo que necesitas. Daría gemelo que. Supieras con total aplomo lo que te va a contestar, eso da lo mismo.